Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17,
50; 21, 23)
Te alabaré entre las naciones,
Señor, y anunciaré tu nombre a mis hermanos.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por la
predicación de san Francisco Javier adquiriste para ti muchos pueblos, concede
que el corazón de tus fieles arda con ese mismo celo por la fe, para que así tu
Iglesia santa se alegre al ver crecer, en todas partes, el número de tus hijos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA.
El Señor preparará un banquete y
enjugará las lágrimas de todos los rostros.
Del libro del profeta Isaías: 25, 6-10
En aquel día, el Señor del
universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para
todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Él
arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el
paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el
Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la
tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá: “Aquí está
nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con
la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte”.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Del salmo 22
R/. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
El Señor es mi pastor, nada me
falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus
promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a
despecho de mis adversarios; cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los
bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me
acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años
sin término. R/.
ACLAMACIÓN
Ya viene el Señor para salvar a
su pueblo. Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro. R/.
Jesús sana a muchos enfermos y multiplica los panes.
Del santo Evangelio según san Mateo: 15, 29-37
En aquel tiempo, llegó Jesús a la
orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente,
que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros
enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de
admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que
los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de
Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y
les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no
tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en
el camino”.
Los discípulos le preguntaron:
“¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para
saciar a tal muchedumbre?”. Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?”. Ellos
contestaron: “Siete, y unos cuantos pescados”.
Después de ordenar a la gente que
se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo
dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los
discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos
con los pedazos que habían sobrado.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que te
presentamos en la conmemoración de san Francisco Javier, y concédenos que, así
como él partió hacia lejanas tierras con el deseo de llevar la salvación a los
hombres, así también nosotros, dando eficazmente testimonio del Evangelio,
sintamos la urgencia de llegar a ti, en unión de todos los hermanos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt
10, 27)
Lo que les digo de noche,
repítanlo en pleno día, dice el Señor; y lo que les digo al oído, pregónenlo
desde las azoteas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tus sacramentos, Dios
nuestro, enciendan en nosotros aquella misma ardiente caridad que inflamó a san
Francisco Javier por la salvación de las almas, para que, viviendo más
dignamente nuestra vocación, consigamos con él el premio prometido a los buenos
servidores. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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