lunes, 27 de febrero de 2017

LECTURAS DEL LUNES VIII DEL T. ORDINARIO 27 DE FEBRERO (VERDE)


"¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!"






ANTÍFONA DE ENTRADA (Mt 16, 1 8-1 9)

Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que por designio de tu Providencia quisiste edificar a tu Iglesia sobre la roca de Pedro, y lo pusiste al frente de los demás apóstoles, mira con bondad a nuestro Papa Francisco y, ya que lo has constituido sucesor de Pedro, concédele que sea para tu pueblo principio y fundamento visible de la unidad de la fe y de la comunión. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Vuélvete al Señor y deja ya de pecar.

Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 17, 20-28


A los que se arrepienten, el Señor los ayuda a volver, y él reanima a los que pierden la esperanza. Vuélvete al Señor y deja ya de pecar, póstrate en su presencia y quita los obstáculos. Aléjate de la injusticia y vuélvete al Altísimo, aborrece con toda el alma lo que él aborrece.

¿Quién alabará al Altísimo en el sepulcro, como aquellos que le dan gloria mientras viven? El muerto ya no alaba al Señor, pues ya no existe; es el bueno y sano quien le da gloria. Cuán grande es la misericordia del Señor y su perdón para los que se vuelven a él.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 31


R/. Perdona, Señor, nuestros pecados.


Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño. R/.

Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado. R/.

Por eso, en el momento de la angustia, que todo fiel te invoque, y no lo alcanzarán las grandes aguas, aunque éstas se desborden. R/.



ACLAMACIÓN  2 Cor 8, 9








R/. Aleluya, aleluya.


Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. R/.

Ve y vende lo que tienes y sígueme.

Del santo Evangelio según san Marcos: 10, 17-27


En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".

Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme". Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!" Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios".

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: "Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible". 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos; y dirige con tu continua protección a la santa Iglesia en unión con nuestro Papa Francisco, a quien constituiste su pastor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 21, 15. 17

Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Al participar de este banquete celestial, te suplicamos, Señor, que por la eficacia de este sacramento confirmes a tu Iglesia en la unidad y en la caridad, y que a tu siervo el Papa Francisco, a quien diste el encargo de pastorearla, lo salves y protejas, junto con el rebaño a él confiado. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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