miércoles, 4 de octubre de 2017

LECTURAS DEL MIÉRCOLES XXVI DEL T. ORDINARIO 4 DE OCTUBRE SAN FRANCISCO DE ASÍS (BLANCO)


"El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".







ANTÍFONA DE ENTRADA

Francisco, el hombre de Dios, dejó su casa, abandonó su herencia y se hizo pobre y desvalido; pero el Señor se hizo cargo de él.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que otorgaste a san Francisco de Asís la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza, concédenos caminar tras sus huellas para que podamos seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con alegre caridad. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Si le parece bien a mi señor, el rey, déjeme ir para reconstruir la ciudad de mis padres.

Del libro de Nehemías: 2, 1-8


En el primer mes del año veinte del reinado de Artajerjes, siendo yo, Nehemías, el copero mayor, serví una copa de vino y se la ofrecí al rey. Nunca me había presentado ante él con cara triste. Entonces el rey me preguntó: "¿Por qué estás tan triste, si no estás enfermo? ¿Qué es lo que te preocupa?"


Sentí entonces un gran temor y le respondí: "Que viva el rey para siempre. ¿Cómo no he de estar triste, cuando la ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?" El rey me dijo: "¿Qué es, pues, lo que quieres?"

Me encomendé al Dios del cielo y le contesté al rey: "Si le parece bien a mi señor, el rey, y si está satisfecho de mí, déjeme ir a Judá para reconstruir la ciudad donde están enterrados mis padres".

El rey y la reina, que estaba sentada a su lado, me preguntaron: "¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás?" Al rey le pareció bien el plazo que le indiqué y me permitió ir.

Entonces yo añadí: "Ruego a mi señor, el rey, que me dé cartas para los gobernadores de la región del otro lado del río, para que me faciliten el viaje hasta Judá; y una carta dirigida a Asaf, encargado de los bosques reales, para que me suministren madera para las puertas de  la ciudadela del templo, para el muro de la ciudad y para la casa donde me voy a instalar".

Gracias a Dios, el rey me concedió todo lo que le pedí. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


Del salmo 136 

R/. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.


Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de los sauces que estaban en la orilla colgamos nuestras arpas. R/.


Aquellos que cautivos nos tenían pidieron que cantáramos. Decían los opresores: "Algún cantar de Sión, alegres, cántennos". R/.

Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña? ¡Que la mano derecha se me seque si de ti, Jerusalén, yo me olvidara! R/

¡Que se me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara, o si, fuera de ti, alguna otra alegría yo buscara! R/.


ACLAMACIÓN Cfr. Flp 3, 8-9 


R/. Aleluya, aleluya.

Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a Él. R/

Te seguiré a donde quiera que vayas.

Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 57-62


En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo: "Te seguiré a donde quiera que vayas". Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza".


A otro, Jesús le dijo: "Sígueme". Pero él le respondió: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre". Jesús le replicó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios". Otro le dijo: "Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia". Jesús le contestó: "El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te rogamos, Señor, que, al presentarte nuestros dones, nos preparemos dignamente a celebrar el misterio de la cruz al que san Francisco tan ardientemente se unió. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 5, 3

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Por estos santos sacramentos que hemos recibido, concédenos, Señor, que, imitando la caridad y el celo apostólico de san Francisco, experimentemos la eficacia de tu amor y procuremos sin descanso la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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