Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Dt 32, 10-12
El Señor fijó su mirada en ella, la instruyó y la cuidó como a la niña
de sus ojos. La condujo como el águila que despliega sus alas para llevar a sus
polluelos. El Señor fue su único maestro.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has preparado tu Reino para los humildes y pequeños,
concédenos la gracia de seguir confiadamente el camino de santa Teresa del Niño
Jesús, para que por su intercesión, podamos contemplar tu gloria eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Ahora te han visto ya mis ojos, por eso me retracto.
Del libro de Job: 42, 1-3. 5-6. 12-16
Job le dijo al Señor: "Reconozco que lo puedes todo y que ninguna
cosa es imposible para ti. Era yo el que con palabras insensatas empañaba la
sabiduría de tus designios; he hablado de grandezas que no puedo comprender y
de maravillas que superan mi inteligencia. Yo te conocía sólo de oídas, pero
ahora te han visto ya mis ojos; por eso me retracto de mis palabras y me
arrepiento, echándome polvo y ceniza".
El Señor bendijo a Job al final de su vida más que al principio: llegó a poseer
catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras. Tuvo
siete hijos y tres hijas; la primera se llamaba Paloma, la segunda Canela y la
tercera Azabache. No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de
Job. Su padre les asignó una parte de la herencia, al igual que a sus hermanos.
Y Job vivió hasta los ciento cuarenta años y vio a sus hijos, a sus nietos y a
sus bisnietos. Murió anciano y colmado de años.
Palabra de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Del salmo 118
R/. Enséñame, Señor, tus mandamientos.
Enséñame a gustar y a comprender tus preceptos, pues yo me fío de ellos.
Sufrir fue provechoso para mí, pues aprendí, Señor, tus mandamientos. R/.
Yo bien sé que son justos tus decretos y que tienes razón cuando me afliges.
Todo subsiste hasta hoy por orden tuya y todo está a tu servicio. R/.
Yo soy tu siervo: instrúyeme y conoceré tus preceptos. La explicación de tu
palabra da luz y entendimiento a los humildes. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Mt 11, 25
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado
los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo.
Del
santo Evangelio según san Lucas: 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de
alegría y le dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en
tu nombre". Él les contestó: "Vi a Satanás caer del cielo como el
rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para
vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se
alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus
nombres están escritos en el cielo".
En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó:
"yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente
sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha
entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es
el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos que ven
lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron
ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo
oyeron".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al proclamar, Señor, tu obra admirable en santa Teresa, suplicamos
humildemente a tu majestad que, así como te agradaron sus méritos, así también
te sea aceptable el desempeño de nuestro servicio. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 18, 3
Dice el Señor: Si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán
en el Reino de los cielos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el sacramento que acabamos de recibir, Señor, encienda en nosotros
la fuerza de aquel amor con el que santa Teresa se entregó a ti e imploró tu
misericordia para todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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