EL MANANTIAL QUE BROTA DEL TEMPLO
Ez 47, 1-9.12; Jn 5, 1-3.5-16
El profeta Ezequiel contempla en una visión extraordinaria el manantial vivificante que brota del templo. Los arenales y los barrancos pedregosos que descendían al sur de Jerusalén quedarían humedecidos de aquella agua que vivificaría todo el entorno, llenándolo de verdor y de frondas frescas. En el relato evangélico, el Señor Jesús llena de sentido las imágenes simbólicas de Ezequiel, acercándose a la piscina próxima al templo, con la intención de devolverle al paralítico la movilidad y la alegría de vivir. Los escrupulosos defensores de la legalidad se incomodaron al saber que Jesús le había autorizado a que celebrara su salud recién recuperada, cargando en sábado su propia camilla
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Is 55, 1)
Todos los que están sedientos, vengan por agua, dice el Señor; Aunque no tengan dinero, vengan a beber con alegría.
ORACIÓN COLECTA
Que los sacrificios y oraciones cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para celebrar dignamente el misterio pascual y trasmitir al mundo el feliz anuncio de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Vi salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad.
En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas.
Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre?".
Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: "Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos.
Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 45
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes. R/.
Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba. R/.
Con nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra. R/.
ACLAMACIÓN (Sal 50, 12. 14)
Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija. R/.
Al momento el hombre quedó curado.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 5, 1-3. 5-16
Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: "¿Quieres curarte?". Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y anda". Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.
Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: "No te es lícito cargar tu camilla". Pero él contestó: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y anda' ". Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: 'Toma tu camilla y anda'?". Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre.
Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor". Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que tu providencia nos ha dado para sostén de nuestra vida mortal y conviértelos, para nosotros, en alimento que da la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 22, 1-2)
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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