martes, 17 de septiembre de 2013

LECTURAS DEL MARTES XXIV DEL T. ORDINARIO 17 DE SEPTIEMBRE


"Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo"





ANTÍFONA DE ENTRADA (Ez 34, 11. 23. 24)

Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscaré un pastor que las apaciente; y yo, el Señor, seré su Dios.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, pastor eterno de los fieles, que gobiernas a tu Iglesia con solicitud y amor, concede a tu siervo N., a quien pusiste al frente de esta porción de tu pueblo, presidirla en nombre de Cristo, como maestro, sacerdote y pastor. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Que el obispo y los diáconos sean irreprochables.

De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 3, 1-13


Hermano: Es cierto que aspirar al cargo de obispo es aspirar a una excelente función. Por lo mismo, es preciso que el obispo sea irreprochable, que no se haya casado más que una vez, que sea sensato, prudente, bien educado, digno, hospitalario, hábil para enseñar, no dado al vino ni a la violencia, sino comprensivo, enemigo de pleitos y no ávido de dinero; que sepa gobernar bien su propia casa y educar dignamente a sus hijos. Porque, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios quien no sabe gobernar su propia casa? No debe ser recién convertido, no sea que se llene de soberbia y sea por eso condenado como el demonio. Es necesario que los no creyentes tengan buena opinión de él, para que no caiga en el descrédito ni en las redes del demonio.

Los diáconos deben, asimismo, ser respetables y sin doblez, no dados al vino ni a negocios sucios; deben conservar la fe revelada, con una conciencia limpia. Que se les ponga a prueba primero y luego, si no hay nada que reprocharles, que ejerzan su oficio de diáconos. Las mujeres deben ser igualmente respetables, no chismosas, juiciosas y fieles en todo. Los diáconos, que sean casados una sola vez y sepan gobernar bien a sus hijos y su propia casa. Los que ejercen bien el diaconado alcanzarán un puesto honroso y gran autoridad para hablar de la fe que tenemos en Cristo Jesús. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 100 

R/. Danos, Señor, tu bondad y tu justicia.

Voy a cantar la bondad y la justicia; para ti, Señor, tocaré mi música. Voy a explicar el camino perfecto. ¿Cuándo vendrás a mí? R/.

Quiero proceder en mi casa con recta conciencia. No quiero ocuparme de asuntos indignos, aborrezco las acciones criminales. R/.

Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar; al altanero y al ambicioso no los soportaré. R/.

Escojo a gente de fiar para que vivan conmigo; el que sigue un camino perfecto será mi servidor. R/.



ACLAMACIÓN (Lc 7, 16) 




R/. Aleluya, aleluya.

Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/.


Joven, yo te lo mando: Levántate.

Del santo Evangelio según san Lucas: 7, 11-17


En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: "No llores". Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: "Joven, yo te lo mando: Levántate". Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo".

La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas. 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, con agrado, la ofrenda que te presentamos por tu siervo N., a quien has puesto como obispo de la comunidad cristiana de N., y otórgale la sabiduría y la caridad de los Apóstoles, para que la guíe por el camino de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 20, 28)

El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para redención de todos, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Multiplica, Señor, en nuestro obispo N., los dones de tu gracia, que brotan de este sacrificio eucarístico, para que cumpla santamente su ministerio pastoral y reciba el premio reservado a los operarios del Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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