lunes, 13 de octubre de 2014

LECTURAS DEL LUNES XXVIII DEL T. ORDINARIO 13 DE OCTUBRE (VERDE)


Aquí hay uno que es más que Salomón.





ANTÍFONA DE ENTRADA

Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. Los escucharé en cualquier tribulación en que me llamen y seré siempre su Dios.

ORACIÓN COLECTA

Dios de clemencia y reconciliación, que concedes a los hombres días especiales de gracia, para que te reconozcan como Creador y Padre de todos, ayúdanos, propicio, para que, recibiendo con agrado de ti esta palabra de paz, nos dediquemos a tu designio de restaurar todo en Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

No somos hijos de la esclava, sino de la mujer libre.

De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 4, 22-24. 26-27. 31-5, 1


Hermanos: Dice la Escritura que Abraham tuvo dos hijos: uno de la mujer que era esclava y el otro de la que era libre. El hijo de la esclava fue engendrado según las leyes naturales; el de la libre, en cambio, en virtud de la promesa de Dios.

Esto tiene un sentido simbólico. En efecto, las dos mujeres representan las dos alianzas: Agar representa la del monte Sinaí, que engendra esclavos y es figura de la Jerusalén de aquí abajo. Por el contrario, la Jerusalén de arriba es libre y ésa es nuestra madre. A este respecto dice la Escritura: Regocíjate tú, la estéril, la que no das a luz; rompe a cantar de júbilo, tú, la que no has sentido los dolores del parto; porque la mujer abandonada tendrá más hijos que aquella que tiene marido.

Así pues, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la mujer libre. Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 112 

R/. Bendito sea el Señor ahora y para siempre.

Bendito sea el Señor, alábenlo sus siervos. Bendito sea el Señor, desde ahora y para siempre. R/.

Desde que sale el sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. Dios está sobre todas las naciones, su gloria, por encima de los cielos. R/.

¿Quién hay como el Señor? ¿Quién iguala al Dios nuestro, que tiene en las alturas su morada, y sin embargo de esto, bajar se digna su mirada para ver tierra y cielo? R/.

Él levanta del polvo al desvalido y saca al indigente del estiércol, para hacerlo sentar entre los grandes, los jefes de su pueblo. R/.



ACLAMACIÓN (Cfr. Sal 94, 8) 

R/. Aleluya, aleluya.



Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón". R/.


A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del profeta Jonás.

Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 29-32


En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: "La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.

Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás". 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acuérdate, Señor, que tu Hijo, que es nuestra paz y nuestra reconciliación, borró con su sangre el pecado del mundo; concédenos, al mirar con benevolencia los dones de tu Iglesia, que podamos difundir entre todos la libertad recibida de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 16, 24)

Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

El sacramento de tu Hijo, que hemos recibido, aumente, Señor, nuestras fuerzas, para que este misterio de unidad nos sacie del amor más grande y nos haga, en todas partes, instrumentos de tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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