domingo, 11 de noviembre de 2018

LECTURAS DEL DOMINGO XXXII DEL T. ORDINARIO 11 DE NOVIEMBRE (VERDE)


Los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir.






ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 87, 3

Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, inclina tu oído a mi clamor.

ORACIÓN COLECTA

Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de espíritu cumplir lo que es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Con el puñado de harina la viuda hizo un panecillo y se lo llevó a Elías.

Del primer libro de los Reyes: 17, 10-16


En aquel tiempo, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:


"Tráeme, por favor, un poco de agua para beber". Cuando ella se alejaba, el profeta le gritó: "Por favor, tráeme también un poco de pan". Ella le respondió: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan; tan sólo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija. Ya ves que estaba recogiendo unos cuantos leños. Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos".

Elías le dijo: "No temas. Anda y prepáralo como has dicho; pero primero haz un panecillo para mí y tráemelo. Después lo harás para ti y para tu hijo, porque así dice el Señor Dios de Israel: 'La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra' ".

Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había dicho y comieron él, ella y el niño. Y tal como había dicho el Señor por medio de Elías, a partir de ese momento, ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se agotó. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


Del salmo 145 

R/. El Señor siempre es fiel a su palabra.


El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; Él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. R/.


Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R/.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente. Reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R/.


Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.

De la carta a los hebreos: 9, 24-28


Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios, intercediendo por nosotros.


En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio, porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. De hecho, Él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Así como está determinado que los hombres mueran una sola vez y que después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. Al final se manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado, sino para salvación de aquellos que lo aguardan y en El tienen puesta su esperanza.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN  Mt 5, 3





R/. Aleluya, aleluya.

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.

Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.

Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 38-44


En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Éstos recibirán un castigo muy riguroso".


En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir".

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Presentemos al Padre nuestras plegarias. Él es la fortaleza de los débiles y la luz para toda la humanidad.

Después de cada petición diremos: Padre, escúchanos.

Por la Iglesia. Que sea siempre portadora de paz, de esperanza, de concordia y de confianza. Oremos.

Por toda la Iglesia. Que sea siempre ejemplo de generosidad y de desprendimiento, como la viuda del evangelio. Oremos.

Por los obispos mexicanos. Que el Espíritu Santo los asista en la reunión que tendrán esta semana. Oremos.

Por los gobernantes de las naciones. Que el Señor les conceda el espíritu de sabiduría y de prudencia, a fin de que rijan a sus pueblos buscando la paz y el bienestar común. Oremos.

Por los creyentes de otras religiones. Que Dios los ilumine en la búsqueda del bien y del amor. Oremos.


Por nosotros. Que amemos a Dios con todo el corazón y vivamos nuestra vida llenos de la alegría del Evangelio. Oremos. 

Escucha, Padre, nuestra oración, tú que eres la fortaleza de los débiles, y acompáñanos por todos los caminos de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, mira con bondad este sacrificio, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio dominical.

ANTIFONA DE LA COMUNIÓN. Lc 24, 35 

Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Alimentados con estos sagrados dones, te damos gracias, Señor, e imploramos tu misericordia, para que, por la efusión de tu Espíritu, cuya eficacia celestial recibimos, nos concedas perseverar en la gracia de la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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