lunes, 1 de junio de 2020

LECTURAS DEL LUNES IX DEL T. ORDINARIO 1 DE JUNIO MEMORIA DE SANTA MARÍA MADRE DE LA IGLESIA SE REANUDA EL TIEMPO ORDINARIO SEMANA IX (BLANCO)



Éste es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra.








ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Hech 1. 14

Los discípulos perseveraban unánimes en la oración junto con María, la Madre de Jesús.

ORACIÓN COLECTA

Dios, Padre de misericordia, cuyo Unigénito, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a su propia Madre, María santísima, concédenos, por su cooperación amorosa, que tu Iglesia, siendo cada día más fecunda, se alegre por la santidad de sus hijos y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo ...

LITURGIA DE LA PALABRA

Dios nos ha concedido los maravillosos bienes prometidos, que nos hacen partícipes de la naturaleza divina.

De la segunda carta del apóstol san Pedro: 1, 1-7

Yo, Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, les escribo a ustedes, los que han obtenido una fe tan preciosa como la nuestra, gracias a la justicia de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador. Que abunden entre ustedes la gracia y la paz, por el conocimiento de Jesucristo, nuestro Señor.


Su acción divina nos ha otorgado todo lo necesario para llevar una vida de santidad, mediante el conocimiento profundo del que nos ha llamado con su propia gloria y poder. Por medio de las cuales nos han sido otorgados también los grandes y maravillosos bienes prometidos, para que por ellos puedan ustedes escapar de la corrupción que las pasiones desordenadas provocan en el mundo, y lleguen a participar de la naturaleza divina. Por eso, esfuércense en añadir a su buena fe, conducta; a la buena conducta, la inteligencia; a la inteligencia, el dominio propio; al dominio propio, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad; a la piedad, el amor fraterno, y al amor fraterno, la caridad.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 90 



R/. Tú eres mi Dios y en ti confío.

Tú, que vives al amparo del Altísimo y descansas a la sombra del Todopoderoso, dile al Señor: "Tú eres mi refugio y fortaleza; tú eres mi Dios y en ti confío". R/.


"Puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor, yo te libraré y te pondré a salvo. Cuando tú me invoques, yo te escucharé yen tus angustias estaré contigo". R/.

"A quien se acoge a mí, dice el Señor, yo lo defenderé y colmaré de honores; lo haré disfrutar de larga vida y haré que pueda ver mi salvación". R/.

ACLAMACIÓN  Cfr. Ap 1, 5











R/. Aleluya, aleluya.



Señor Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos, tu amor por nosotros es tan grande, que has lavado nuestras culpas con tu sangre. R/.

Se apoderaron del hijo, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.

Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 1-12

En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo: "Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.


A su tiempo, les envió a los viñadores un criado para recoger su parte del fruto de la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.



Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando: 'A mi hijo sí lo respetarán'. Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron: 'Éste es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra'. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña. ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?"

Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí.

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, nuestras ofrendas y conviértelas en sacramento de salvación, por cuya eficacia y por la intervención amorosa de la santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, nos llenemos de santo fervor y merezcamos quedar más íntimamente asociados, con ella, a la obra de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

María, modelo y Madre de la Iglesia.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, y alabarte en esta conmemoración de la Virgen María. Porque ella, al aceptar tu Palabra en su corazón inmaculado, mereció concebida en su seno virginal y, al dar a luz a su Creador, preparó el nacimiento de la Iglesia. Porque ella, al aceptar junto a la cruz el encargo de tu amor, recibió como hijos a todos los hombres, redimidos por la sangre de Cristo. Porque ella, al unirse a las oraciones de los Apóstoles y de los discípulos. que esperaban la venida del Espíritu Santo prometido, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante. Y, desde su asunción gloriosa al cielo, sigue mostrando su amor a la Iglesia peregrina, y protege sus pasos hacia la patria del cielo, hasta que venga el Señor, lleno de gloria. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos sin cesar, diciendo: Santo, Santo, Santo ...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Hubo unas bodas en Caná de Galilea a las que asistió María, la Madre de Jesús. En esa ocasión, Jesús dio principio a sus milagros, manifestó su poder y sus discípulos creyeron en él.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Habiendo recibido esta prenda de redención y vida, te suplicamos, Señor, que tu Iglesia, por la ayuda maternal de la santísima Virgen, instruya a todas las naciones, anunciándoles el Evangelio, y llene al mundo entero con la efusión de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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