viernes, 20 de mayo de 2022

LECTURAS DEL SÁBADO V DE PASCUA 21 DE MAYO MEMORIA OBLIGATORIA DE SAN CRISTÓBAL MAGALLANES PRESBÍTERO Y COMPAÑEROS MÁRTIRES (ROJO)

 

Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán.





ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Mt 25, 34

Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del Reino, preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Cristóbal Magallanes, presbítero, y a sus compañeros, que fueran fieles a Cristo Rey hasta el martirio, concédenos, por su intercesión, que, perseverando en la confesión de la fe verdadera, podamos ser siempre fieles a los mandatos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo ...


LITURGIA DE LA PALABRA

¡Ven a Macedonia y ayúdanos!

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 16, 1-10

En aquellos días, Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo, llamado Timoteo, hijo de padre griego y de madre judía cristiana. Timoteo gozaba de muy buena fama entre los hermanos de Listra e Iconio. Pablo quiso llevarlo consigo y lo circuncidó, en atención a los judíos de aquellas regiones, pues todos sabían que su padre era pagano.

En todas las ciudades por donde iban pasando, daban a conocer las decisiones tomadas por los apóstoles y los presbíteros de Jerusalén, para que las pusieran en práctica. De esta manera las comunidades cristianas se fortalecían en la fe y el número de creyentes aumentaba cada día más.

Como el Espíritu Santo les había prohibido predicar la palabra en la provincia de Asia, Pablo y Timoteo atravesaron Frigia y Galacia. Al llegar a los límites de Misia, se propusieron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces atravesaron Misia y llegaron a Tróade. Por la noche, Pablo tuvo una aparición: vio a un macedonio, que de pie ante él, le rogaba: ¡Ven a Macedonia y ayúdanos!" Después de esta visión, determinamos salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba a predicar allí el Evangelio.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


Del salmo 99

R/. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.

Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R/.

Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R/.

Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba. R/.


ACLAMACIÓN Col 3, 1








R/. Aleluya, aleluya.


Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. R/.

Ustedes no son del mundo, pues, al elegirlos, yo los he separado del mundo.

Del santo Evangelio según san Juan: 15, 18-21

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.

Acuérdense de lo que les dije: 'El siervo no es superior a su señor'. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa, pues no conocen a aquel que me envió".

Palabra del Señor. 

Gloria a ti Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al conmemorar la muerte dichosa de tus justos, te ofrecemos, Señor, aquel mismo sacrificio en el que tuvo su origen todo martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I o II de los santos mártires, MR, pp. 540-541 (536-537).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Apoc 2, 7

Al vencedor le daré de comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios. Aleluya.

O bien: Cfr. Sal 32, 1

Alégrense, justos, en el Señor, que merece la alabanza de los buenos. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Al celebrar en este divino banquete la celestial victoria de los santos mártires Cristóbal Magallanes y compañeros, te pedimos, Señor, que concedas la victoria a quienes nos alimentamos con este pan de vida, y que, ya vencedores, nos lleves a comer del árbol de la vida en el paraíso. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

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