Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Feria
o SAN SIXTO II, Papa y Compañeros Mártires
o SAN CAYETANO, Presbítero
o conmemoración de SAN MIGUEL DE LA MORA,
Mártir Mexicano *
MR p. 884 y 430 [923 y 428] / Lecc. II p. 653
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 69, 2. 6)
Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación; Señor, no tardes.
ORACIÓN COLECTA
Dios omnipotente y misericordioso, que hiciste a tu mártir san Miguel De la Mora superar los tormentos que padeció, concede a quienes celebramos el día de su triunfo, que, con tu protección, nos mantengamos invencibles ante las insidias del enemigo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Brotó de la roca un agua abundantísima.
Del libro de los Números: 20, 1-13
El mes primero, la comunidad entera de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, y el pueblo se instaló en Cades. Allí murió María y allí la enterraron.
Entonces le faltó agua al pueblo, y amotinándose contra Moisés y Aarón, les dijeron: "¡Ojalá hubiéramos muerto en la paz del Señor, como nuestros hermanos! ¿Por qué han traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él nosotros y nuestro ganado? ¿Por qué nos han sacado de Egipto, para traernos a este horrible sitio, que no se puede cultivar, que no tiene higueras ni viñas ni granados, ni siquiera agua para beber?"
Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad, se dirigieron a la tienda de la reunión y ahí se postraron rostro en tierra. La gloria del Señor se les apareció y el Señor le dijo a Moisés: "Toma la vara; reúne, con tu hermano Aarón, a la asamblea, y en presencia de ellos ordena a la roca que dé agua, y sacarás agua de la roca, para darles de beber a ellos y a sus ganados".
Moisés tomó la vara, que estaba colocada en la presencia del Señor, como Él se lo había ordenado, y con la ayuda de Aarón, convocó a la comunidad delante de la roca y les dijo: "Escúchenme, rebeldes. ¿Creen que podemos hacer brotar agua de esta roca para ustedes?" Moisés alzó el brazo y golpeó dos veces la roca con la vara y brotó agua tan abundante, que bebió toda la multitud y su ganado.
El Señor les dijo luego a Moisés y Aarón: "Por no haber confiado en mí, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los hijos de Israel, no harán entrar a esta comunidad en la tierra que les he prometido".
Ésta es la fuente de Meribá (es decir, de la Discusión), donde los hijos de Israel protestaron contra el Señor y donde Él les dio una prueba de su santidad.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 94
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a Él, llenos de júbilo, y démosle gracias. R/.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues Él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; Él nuestro pastor y nosotros, sus ovejas. R/.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras". R/.
ACLAMACIÓN Mt 16, 18
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R/.
Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos.
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".
Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías.
A partir de entonces, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, por tu piedad, estos dones y al recibir en
oblación este sacrificio espiritual, conviértenos para ti en una
perenne ofrenda. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Jn 6, 35
Yo soy el pan de vida, dice el Señor. Quien venga a mí no
tendrá hambre, y quien crea en mí no tendrá sed."
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Acompaña, Señor, con tu permanente auxilio, a quienes renuevas
con el don celestial, y a quienes no dejas de proteger, concédeles
ser cada vez más dignos de la eterna redención. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
* SAN MIGUEL DE LA MORA DE LA MORA
Nació en Tecalitlán, Jal. (Diócesis de Colima), el 19
de junio de 1878. Capellán de la Catedral de Colima,
sacerdote sencillo, discreto, ordenado y puntual,
siempre se mostró lleno de caridad para con los pobres
y dispuesto a servir. Colima fue el primer estado de
la República Mexicana en que el gobierno exigió la
inscripción de los sacerdotes para otorgarles licencias
de ejercer. El Obispo y sus sacerdotes protestaron
afirmando que sufrirían todo antes que ser traidores
a su fe y de su fidelidad a la Iglesia.
La respuesta del gobierno fue procesar y desterrar
a todos los sacerdotes. El Padre Miguel, como algunos
otros, se ocultó para continuar prestando ayuda a
los fieles. Fue descubierto y amenazado de cárcel
definitiva si no abría el culto en la Catedral, contra lo
dispuesto por el Obispo. Ante la presión del gobierno
militar prefirió salir de la ciudad. En el camino fue
apresado y llevado ante el general, quien lo condenó
a ser pasado por las armas. Caminó en silencio hasta
donde le indicaron y como proclamación de su fe y de
su amor a María Santísima sacó su rosario, empezó
a rezarlo, y con él en la mano, cayó abatido por las
balas. Eran las doce del día 7 de agosto de 1927.
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