jueves, 2 de octubre de 2025

LECTURAS DEL JUEVES XXVI DEL T. ORDINARIO 2 DE OCTUBRE LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS. (BLANCO)

 

Yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.




Memoria, LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS
Blanco. MR 806 [437] / 1ª. Lect y Sal. propios. Ev: Lecc. II p. 1127


ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Dn 3, 58

Ángeles del Señor, bendigan al Señor; alábenlo y glorifíquenlo eternamente.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en tu admirable providencia envías a tus santos ángeles para custodiarnos, concédenos contar siempre con su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Esdras abrió el libro de la ley, bendijo al Señor y todos respondieron: ¡Amén!

Del libro de Nehemías: 8, 1-4. 5-6. 8-12

En aquellos días, todo el pueblo, como si fuera un solo hombre, se reunió en la plaza que está ante la puerta del Agua y pidió a Esdras, el sacerdote y escriba, que trajera el libro de la ley de Moisés, que el Señor había prescrito a Israel. Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la ley ante la asamblea, formada por los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón.

Era el día primero del mes séptimo y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de los hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley.

Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera, levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡Amén!", e inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura.

Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: "Éste es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza".

Y los levitas consolaban al pueblo, diciéndole: "No lloren, porque este día es santo. No estén tristes". Y el pueblo entero se fue a comer y a beber, mandó comida a los que no tenían nada e hizo grandes festejos, porque habían comprendido las cosas que les habían enseñado. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.

Del salmo 18 

R/. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.

En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.

Más deseables que el oro y las piedras preciosas, las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea. R/.

ACLAMACIÓN  Sal 102, 21





R/. Aleluya, aleluya.

Que bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores fieles que cumplen su voluntad. R/.




Sus ángeles en el cielo ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.

Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 1-5. 10

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le pre­guntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?”.

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo”. 

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor. 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que te presentamos en honor de tus santos ángeles y concede, benigno, que, por su continua protección, nos veamos libres de los peligros presentes y lleguemos felizmente a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todo poderoso y eterno.

Y no cesar de alabarte, celebrando a tus ángeles y arcángeles, ya que el honor que les tributamos, redunda en tu gloria y proclama tu grandeza; pues, si es digna de admiración la creatura angélica, lo es inmensamente más aquel que la creó. Por Cristo, Señor nuestro.

Por él, adoran tu majestad todos los ángeles, y nosotros, a una con ellos, te adoramos llenos de júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo…

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 137, 1

Te cantaré, Señor, delante de tus ángeles.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

A quienes te dignas alimentar para la vida eterna con tan gran sacramento, guíanos, Señor, por el camino de la salvación y la paz, bajo la custodia de los ángeles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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