domingo, 9 de octubre de 2011

LECTURAS DEL DOMINGO XXVIII DEL T. ORDINARIO 9 DE OCTUBRE



Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.



ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 129, 3-4)


Si conservaras el recuerdo de nuestras faltas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero tú, Dios de Israel, eres Dios de perdón.

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Señor, que tu gracia nos inspire y acompañe siempre para que podamos descubrirte en todos y amarte y servirte en cada uno. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

El Señor preparará un banquete y enjugará las lágrimas de lodos los rostros.


Del libro del profeta Isaías: 25, 6-10


En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.



En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte".

 Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.




Del salmo 22


 R/. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.



El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R/.


Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza.


De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 4, 12-14. 19-20


Hermanos: Yo sé lo que es vivir en pobreza y también lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien que a pasar hambre; lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza. Sin embargo han hecho bien ustedes en socorrerme, cuando me vi en dificultades.



Mi Dios, por su parte, con su infinita riqueza, remediará con esplendidez todas las necesidades de ustedes, por medio de Cristo Jesús. Gloria a Dios, nuestro Padre, por los siglos de los siglos. Amén.

 Palabra de Dios.

 Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN (cfr Ef 1, 17-18)



 R/. Aleluya, aleluya.



Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento.



Conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.


Del santo Evangelio según san Mateo: 22,1-14


En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.



Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: `Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda'. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.

Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego les dijo a sus criados: 'La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.

Cuando el rey entro a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: `Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?'. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: 'Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación'. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos".

 Palabra del Señor.

 Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

El Señor nos ha invitado a su banquete. Nos ha recogido de los cruces de los caminos y nos ha hecho entrar en la sala de la boda. Y ahora nosotros, antes de participar de este alimento de vida, miramos hacia el mundo entero.


Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.



Por los hombres y mujeres de todos los pueblos de la tierra, convocados por Dios a la vida plena de su Reino. Oremos.

Por el pueblo judío, llamado también a participar de la mesa preparada por Jesucristo. Oremos.

Por los gobernantes y los políticos, por los responsables de la economía, por los que tienen poder en este mundo. Oremos.

Por la Iglesia de nuestro país al concluir el V Congreso Eucarístico Nacional. Oremos.

Por todos los que no tienen lo necesario para vivir. Oremos.

Por los que nos han ayudado a crecer en la fe. Oremos

Por los que estamos reunidos aquí para celebrar la Eucaristía, en la mesa del amor de Dios. Oremos.


Escucha, Señor, nuestra oración, y haz que la humanidad entera pueda participar del banquete de tu vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, nuestras ofrendas y concédenos que esta Eucaristía nos ayude a conseguir la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Jn 3, 2)

Ya sabemos que cuando el Señor se manifieste, vamos a ser semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, humildemente, que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que hemos recibido en alimento, nos comuniquen su misma vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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