miércoles, 30 de septiembre de 2015

LECTURAS DEL MIÉRCOLES XXVI DEL T. ORDINARIO 30 DE SEPTIEMBRE SAN JERÓNIMO PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA (BLANCO)


"El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".






ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 1, 2-3

Dichoso el hombre que medita la ley del Señor, de día y de noche; dará fruto a su tiempo.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que diste a san Jerónimo, presbítero, un suave y vivo afecto por la Sagrada Escritura, concede que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de su vida. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Si le parece bien a mi señor, el rey, déjeme ir para reconstruir la ciudad de mis padres.

Del libro de Nehemías: 2, 1-8


En el primer mes del año veinte del reinado de Artajerjes, siendo yo, Nehemías, el copero mayor, serví una copa de vino y se la ofrecí al rey. Nunca me había presentado ante él con cara triste. Entonces el rey me preguntó: "¿Por qué estás tan triste, si no estás enfermo? ¿Qué es lo que te preocupa?"

Sentí entonces un gran temor y le respondí: "Que viva el rey para siempre. ¿Cómo no he de estar triste, cuando la ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?" El rey me dijo: "¿Qué es, pues, lo que quieres?"

Me encomendé al Dios del cielo y le contesté al rey: "Si le parece bien a mi señor, el rey, y si está satisfecho de mí, déjeme ir a Judá para reconstruir la ciudad donde están enterrados mis padres".

El rey y la reina, que estaba sentada a su lado, me preguntaron: "¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás?" Al rey le pareció bien el plazo que le indiqué y me permitió ir.

Entonces yo añadí: "Ruego a mi señor, el rey, que me dé cartas para los gobernadores de la región del otro lado del río, para que me faciliten el viaje hasta Judá; y una carta dirigida a Asaf, encargado de los bosques reales, para que me suministren madera para las puertas de  la ciudadela del templo, para el muro de la ciudad y para la casa donde me voy a instalar".

Gracias a Dios, el rey me concedió todo lo que le pedí. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


Del salmo 136 

R/. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.


Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de los sauces que estaban en la orilla colgamos nuestras arpas. R/.

Aquellos que cautivos nos tenían pidieron que cantáramos. Decían los opresores: "Algún cantar de Sión, alegres, cántennos". R/.

Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña? ¡Que la mano derecha se me seque si de ti, Jerusalén, yo me olvidara! R/

¡Que se me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara, o si, fuera de ti, alguna otra alegría yo buscara! R/.


ACLAMACIÓN Cfr. Flp 3, 8-9 


R/. Aleluya, aleluya.

Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a Él. R/

Te seguiré a donde quiera que vayas.

Del santo Evangelio según san Lucas: 9, 57-62


En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo: "Te seguiré a donde quiera que vayas". Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza".

A otro, Jesús le dijo: "Sígueme". Pero él le respondió: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre". Jesús le replicó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios". Otro le dijo: "Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia". Jesús le contestó: "El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, que, meditando tu palabra, a ejemplo de san Jerónimo, te ofrezcamos con mayor fervor el sacrificio de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jr 15, 18

Siempre que oí tus palabras, Señor, las acepte con gusto; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que los sagrados dones que acabamos de recibir en la celebración gozosa de san Jerónimo, inflamen los corazones de tus fieles, para que, atentos a la enseñanza de la Sagrada Escritura, conozcamos lo que debemos seguir y, siguiéndolo, lleguemos a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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