domingo, 29 de mayo de 2016

LECTURAS DEL DOMINGO IX DEL T. ORDINARIO 29 DE MAYO (VERDE)


Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano.






ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 24, 16. 18

Mírame, Señor, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ve mi pequeñez y mis trabajos, y perdona todos mis pecados, Dios mío.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, cuya providencia no se equivoca en sus designios, te rogamos humildemente que apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún daño y nos concedas lo que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Cuando los extranjeros oran al Señor, él los escucha.


Del primer libro de los Reyes: 8, 41-43


En el templo que había construido en Jerusalén, Salomón elevó a Dios esta plegaria: "Los extranjeros oirán hablar de tu gran nombre, de la fuerza de tu mano y de tu brazo protector. Cuando uno de ellos, no israelita, atraído por la fama de tu nombre, venga de un país distante para orar, escúchalo tú desde el cielo, tu morada, y concédele todo lo que él te pida. Así te conocerán y temerán todos los pueblos de la tierra, lo mismo que tu pueblo, Israel, y sabrán que este templo que he construido, está dedicado a tu nombre".

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


Del salmo 116, 1.2

R/. Que aclamen al Señor todos los pueblos.


Que alaben al Señor todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos. R/.

Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre. R/.


El que busca agradar a los hombres, no es servidor de Cristo.

De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 1, 1-2. 6-10


Yo, Pablo, apóstol no enviado por hombres ni por intermediarios humanos, sino por Cristo Jesús y por Dios Padre, que lo resucitó de entre los muertos, y todos los hermanos que están conmigo dirigimos esta carta a las comunidades cristianas de Galacia.

Me extraña mucho que tan fácilmente hayan abandonado ustedes a Dios Padre, quien los llamó a vivir en la gracia de Cristo y que sigan otro Evangelio. No es que exista otro Evangelio; lo que pasa es que hay algunos que los perturban a ustedes, tratando de cambiar el Evangelio de Cristo.

Pero, sépanlo bien: si alguien, yo mismo o un ángel enviado del cielo, les predicara un Evangelio distinto del que les hemos predicado, que sea maldito. Se lo acabo de decir, pero se lo repito: Si alguno les predica un Evangelio distinto del que ustedes han recibido, que sea maldito.

¿A quién creen que trato de agradar con lo que acabo de decir? ¿A Dios o a los hombres? ¿Acaso es ésta la manera de congraciarse con los hombres? Si estuviera buscando agradarles a ustedes no sería servidor de Cristo.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN Jn 3, 16





R/. Aleluya, aleluya.


Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. R/.

Ni en Israel he hallado una fe tan grande.

Del santo Evangelio según san Lucas: 7, 1-10


En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: "Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga". Jesús se puso en marcha con ellos.

Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: '¡ve!, y va; a otro: ¡Ven!', y viene; y a mi criado: ¡Haz esto!', y lo hace".

Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande". Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Oremos hermanos a Jesucristo, el Señor, y pidámosle que, recordando su promesa, escuche la oración de este pueblo reunido en su nombre.


Después de cada petición diremos: Padre misericordioso,

escúchanos.

Por el Papa, por los obispos, presbíteros y diáconos que predican la Palabra de Dios y por todos los que en el mundo aman a Jesucristo, para que sean fieles al ministerio recibido. Oremos.

Por los responsables de las naciones, para que el Señor los asista en su misión y dé fortaleza a quienes trabajan por la paz y el bien común. Oremos.
 
Por los ancianos y personas con capacidades diferentes, los enfermos y los que sufren, por los presos y perseguidos, para que el Señor se acuerde de ellos y los ayude. Oremos.

Por los mexicanos que han elegido servir a la Patria en la Marina, para que reconozcan en Cristo un modelo de vida y servicio. Oremos.

Por nosotros, para que el Señor, en su infinita misericordia, nos conceda tiempo favorable, el trabajo que necesitamos y los bienes que nos da su mano providente. Oremos.

Dios todopoderoso y eterno, escucha nuestras oraciones, haz que todos los hombres acojan tu Palabra y que en ella encuentren su salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Llenos de confianza en tu bondad, acudimos, Señor, ante tu santo altar trayéndote nuestros dones, a fin de que, purificados por tu gracias, quedemos limpios por los mismos misterios que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 16, 6

Te invoco, Dios mío, porque tú me respondes; inclina tu oído y escucha mis palabras.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dirige, señor, con tu Espíritu, a quienes nutres con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, para que, dando testimonio de ti, no sólo de palabra, sino con las obras y de verdad, merezcamos entrar en el reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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