domingo, 28 de octubre de 2018

LECTURAS DEL DOMINGO XXX DEL T. ORDINARIO 28 DE OCTUBRE (VERDE)


"¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver".






ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 104, 3-4

Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán fuertes; busquen su rostro sin descanso.
Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que merezcamos alcanzar lo que nos prometes, concédenos amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Vienen a mí llorando, pero yo los consolaré y los guiaré.

Del libro del profeta Jeremías: 31, 7-9


Esto dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor de los pueblos; proclamen, alaben y digan: 'El Señor ha salvado a su pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel'.


He aquí que yo los hago volver del país del norte y los congrego desde los confines de la tierra. Entre ellos vienen el ciego y el cojo, la mujer encinta y la que acaba de dar a luz.

Retorna una gran multitud; vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré; los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Porque yo soy para Israel un padre y Efraín es mi primogénito".

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.




Del salmo 125 

R/. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar; entonces no cesaba de reír nuestra boca ni se cansaba entonces la lengua de cantar. R/.

Aun los mismos paganos con asombro decían: "¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!" Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor. R/.

Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor. R/.

Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas. R/.


Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.

De la carta a los hebreos: 5, 1-6


Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.


Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera, Cristo no se confirió así mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN  Cfr 2 Tm 1, 10 





R/. Aleluya, aleluya.


Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R/.


Maestro, que pueda ver.

Del santo Evangelio según san Marcos: 10, 46-52


En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se detuvo entonces, y dijo: "Llámenlo". Y llamaron al ciego, diciéndole: "¡Animo! Levántate, porque Él te llama". El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver". Jesús le dijo: "Vete; tu fe te ha salvado". Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.


Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Como Bartimeo, el ciego del evangelio, nos acercamos a Jesús y le pedimos que tenga compasión de nosotros y de toda la familia humana. Oremos con fe y confianza.

Después de cada petición diremos: Jesús, hijo de David, escúchanos.

Para que el Señor conceda el espíritu de consejo, fortaleza, ciencia y piedad al Papa Francisco, a nuestro obispo N. y a todos los pastores de la Iglesia. Oremos.

Para que los gobiernos de las naciones edifiquen sus comunidades en la paz y promuevan la justicia. Oremos.

Para que el Señor alivie los dolores de los que sufren en el cuerpo o en el espíritu y les dé fuerza para no desfallecer ante la tribulación. Oremos.

Para que mantenga a nuestras familias firmes en la concordia y seguras en la gracia y amistad. Oremos. 

Escucha, Señor Jesús, nuestras peticiones. Y haz que, como el ciego de Jericó, te sigamos siempre en tu camino. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, los dones que presentamos a tu majestad, para que lo que hacemos en tu servicio esté siempre ordenado a tu mayor gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Ef 5, 2

Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda agradable a Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que tus sacramentos, Señor, produzcan en nosotros todo lo que significan, para que lo que ahora celebramos en figura lo alcancemos en su plena realidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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