sábado, 2 de julio de 2011

LECTURAS DEL DOMINGO XIV T. ORDINARIO 3 DE JULIO

EL REY MANSO Y HUMILDE


Zc 9, 9-10; Rm 8, 9, 11-13; Mt 11, 25-30


El ser humano aspira a conseguir el poder y cuando lo obtiene, no lo quiere soltar. La profecía de Zacarías presenta a un gobernante alternativo dispuesto a prescindir de las armas y la violencia a fin de establecer la paz entre las naciones. En la carta a los Romanos el apóstol ensancha la visión de sus lectores y de paso, invita a los cristianos de hoy y de ayer, a despojarnos de los bajos instintos para vivir en la perspectiva del Espíritu, que nos anima a pensar en los demás. Ese y no otro es el yugo ligero que el Señor Jesús nos invita a sobrellevar. El evangelio nos anima a servir gustosamente al Rey manso y humilde que nos persuade al seguimiento, sin violentar nuestra libertad.


ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 47, 10-11)


Recordaremos, Señor, los dones de tu amor, en medio de tu templo. Que todos los hombres de la tierra te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia.


ORACIÓN COLECTA


Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado, concédenos participar ahora de una santa alegría y, después en el cielo, de la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA


Mira a tu rey que viene humilde hacia ti.


Del libro del profeta Zacarías: 9, 9-10


Esto dice el Señor: "Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito.


Él hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra, y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra".

 Palabra de Dios.

 Te alabamos, Señor.



Del salmo 144

 R/. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.



Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre, y no cesará mi boca de alabarte. R/.



El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.


El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R/.


Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. R/.



Si con la ayuda del Espíritu dan muerte a los bajos deseos del cuerpo, vivirán.



De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 9. 11-13



Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.



Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán. 


Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.





ACLAMACIÓN (cfr. Mt 11, 25) 


R/. Aleluya, aleluya.


Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.



Soy manso y humilde de corazón


Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 25-30



En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.



El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".


 Palabra del Señor.


Gloria a ti, Señor Jesús.



Credo



PLEGARIA UNIVERSAL




Llenos de confianza en el amor de Dios hacia los pobres y los sencillos, presentémosle nuestras súplicas confiados.


Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.

1. Para que la Iglesia sea un hogar acogedor para todos aquellos que se sienten rechazados y maltratados. Oremos.

2. Para que haya cada vez más jóvenes dispuestos a seguir a Jesús en el ministerio sacerdotal y en la vida religiosa. Oremos.

3. Para que los padres y madres de familia puedan vivir con paz y alegría su misión educadora. Oremos.

4. Para que la riqueza sea mejor distribuida y así todo el mundo pueda vivir dignamente. Oremos.

5. Para que los que fabrican armas y hacen negocio con el dolor y la muerte se conviertan. Oremos.

6. Para que en los estados donde hoy se realizan elecciones, éstas se desarrollen en paz y se respete la voluntad popular. Oremos.

7. Para que todos nosotros seamos portadores de la paz de Jesús a nuestros hermanos. Oremos.




Escucha, Padre, nuestra oración, y haznos fieles seguidores de tu Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.




ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS



Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día más nuestra vida con los ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.



Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.



ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 11, 28)


Vengan a mí todos los que están agobiados y oprimidos y yo les daré alivio, dice el Señor.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN



Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el sacramento de tu amor, concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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