"LA SANTA CRUZ, SIGNO DEL AMOR ETERNO DEL PADRE POR LA HUMANIDAD Y DEL AMOR DEL HIJO AL PADRE Y A NOSOTROS SUS HERMANOS."
EL COMIENZO DE LA VIDA PLENA
Hch 2, 14. 22-24. 32-36; Jn 3, 13-17
El primer anuncio pascual proclama la muerte y resurrección de Jesús. Esa proclama no es una evocación nostálgica ni una recriminación resentida contra sus verdugos. Es un mensaje esperanzador y vivificante. Así lo confirman tanto el cuarto evangelio como el discurso de Pedro en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Jesús no viene a juzgar al mundo, sino a ofrecerle un camino de salvación, que es el comienzo de la vida plena. Esa existencia transfigurada comienza en la historia actual y se hace presente donde dos o más aprenden a amar, como Dios nos ha amado, en la persona de su Hijo Jesús.
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Ga 6, 14)
Que nuestra única gloria sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en quien está nuestra salvación, nuestra vida y resurrección y por quien hemos sido redimidos y liberados. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que quisiste que tu Hijo muriera en la Cruz para salvar a todos los hombres, concédenos aceptar por su amor la cruz del sufrimiento aquí en la tierra, para poder gozar en el cielo los frutos de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Dios ha constituido a Jesús, Señor y Mesías.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-24. 32-36.
El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de Él y que ustedes bien conocen.
Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo. Porque no fue David el que subió a los cielos, pues él mismo afirma: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha y yo pondré a todos tus enemigos debajo de tus pies.
Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 15
R/. No olvidemos las hazañas del Señor. Aleluya.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con El a mi lado, jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonará a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.
ACLAMACIÓN
R/. Aleluya, aleluya.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo. R/.
El Hijo del hombre tiene que ser levantado.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 3, 13-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que este sacrificio que Cristo te ofreció sobre la Cruz para borrar los pecados del mundo, nos purifique ahora de todas nuestras culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque has puesto la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que, de donde tuvo origen la muerte, de allí surgiera la vida; y el que en un árbol venció, fuera en un árbol vencido, por Cristo, Señor nuestro.
Por Él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 12, 32)
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor nuestro Jesucristo, tú que nos has redimido por medio de tu Cruz y nos has hecho partícipes de tu Cuerpo y de tu Sangre, concédenos participar también de la gloria de tu resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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