domingo, 7 de agosto de 2011

LECTURAS DEL DOMINGO XIX DEL T. ORDINARIO 7 DE AGOSTO

LOS HOMBRES QUE SE DEJARON HALLAR POR DIOS




1 R 19, 9. 11-13; Rm 9, 1-5; Mt 14 22-33

Elías, Pablo y Pedro, tres israelitas que buscaron apasionadamente a Dios. Elías se confrontó con los sacerdotes de Baal y desafió a sus contemporáneos para que sirvieran con el corazón entero al Señor. Como profeta fiel a Dios padeció destierros y persecuciones. En las horas adversas, la presencia discreta del Señor lo confortó. De la herencia milenaria del pueblo de Israel, Pablo y Pedro fueron beneficiarios y herederos. Sin embargo, cuando Pablo descubrió la fuerza vivificante del Resucitado se desgajó del viejo olivo y se asoció a Cristo muerto y resucitado. El apóstol Pedro aprendió con retrocesos y caídas a reconocer la presencia del Señor Jesús. En el lago recibió el llamado, ahí mismo sucumbió ante el embate de sus miedos y ahí mismo el Señor resucitado le encomendó pastorear su rebaño.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 73, 20. 19. 22. 23)

Acuérdate, Señor, de tu alianza; no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa; no olvides las voces de los que te buscan.


ORACIÓN COLECTA

Dios eterno y todopoderoso a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro, haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que podamos gozar, después de esta vida, de la herencia que nos has prometido. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Quédate en el monte, porque el Señor va a pasar.


Del primer libro de los Reyes: 19, 9. 11-13


Al llegar al monte de Dios, el Horeb, el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí. El Señor le dijo: "Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar".


Así lo hizo Elías y, al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado, que partía las montañas y resquebrajaba las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Se produjo después un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva.

 Palabra de Dios

Te alabamos, Señor.



Del salmo 84 


R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.



Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación, y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.


La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron; la fidelidad brotó en la tierra, y la justicia vino del cielo. R/.



La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.



Hasta quisiera verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos.


De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 9, 1-5



Hermanos: Les hablo con toda verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia me atestigua, con la luz del Espíritu Santo, que tengo una infinita tristeza, y un dolor incesante tortura mi corazón.



Hasta aceptaría verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos, los de mi raza y de mi sangre, los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Ellos son descendientes de los patriarcas; y de su raza, según la carne, nació Cristo, el cual está por encima de todo y es Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén.

 Palabra de Dios.

 Te alabamos, Señor.




ACLAMACIÓN (Sal 129, 5)

 R/. Aleluya, aleluya.



Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra. R/.


Mándame ir a ti caminando sobre el agua.

Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 22-33



En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba Él solo allí. Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa, y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron, y decían: "¡Es un fantasma!". Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".


Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!". Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".


 Palabra del Señor.

 Gloria a ti, Señor Jesús.

 Credo.



ORACIÓN UNIVERSAL



Presentemos al Padre nuestras plegarias.



Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.

Escúchanos. Padre.

Para que la Iglesia sea siempre portadora de paz, de concordia, de espíritu de servicio. Oremos.

Para que aquellos que en nombre de Dios promuevan enfrentamientos y violencias, descubran que el verdadero camino de Dios es el camino del amor. Oremos.

Para que los enfermos tengan la atención y la compañía que necesitan. Oremos.

Para que las personas mayores reciban la ayuda que les permita vivir dignamente. Oremos.

Para que los que sufren en nuestra Patria por la violencia, Dios les conceda ayuda y consuelo. Oremos.

Escucha, Padre, las súplicas que te presentamos. Tú eres la luz que nos ilumina.


Tú nunca nos abandonas. Permanece con nosotros, Señor, y condúcenos a tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS



Acepta, Señor, con bondad, estos dones que has puesto en manos de tu Iglesia, y con tu poder conviértelos en el sacramento de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.



Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.



ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 147, 12. 14)

Alaba, Jerusalén, al Señor, porque te alimenta con lo mejor de su trigo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que la recepción de esta Eucaristía nos confirme, Señor, en tu amor y nos ayude a conseguir la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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