INCLUIR Y DAR LA BIENVENIDA A LOS EXTRANJEROS
Is 56, I. 6-7; Rm 11, 13-15. 29-32; Mt 15, 21-28
Todas y cada una de las tres lecturas mantienen un horizonte incluyente. Por más que los defensores del nacionalismo religioso subrayaran los privilegios de Israel, era necesario abrirse a la otra cara de la realidad: el amor universal de Dios por todos los pueblos y todas las personas. Lo mismo el profeta Isaías que el apóstol Pablo, insisten en que las puertas de la salvación, están abiertas para hombres y mujeres de toda raza y condición. Ese descubrimiento tardó siglos en comprenderse y realizarse. La visión provinciana y localista predominó demasiado tiempo en Israel. El pasaje evangélico exhibe la resistencia misma del Señor Jesús ante los ruegos de la mujer cananea. Las culturas son reacias al cambio y la apertura.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 83, 10-11)
Dios nuestro y protector nuestro, un solo día en tu casa es más valioso para tus elegidos, que mil días en cualquier otra parte.
ORACIÓN COLECTA
Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te aman. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Conduciré a los extranjeros a mi monte santo.
Del libro del profeta Isaías: 56, 1. 6-7
Esto dice el Señor: "Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse.
A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar, porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 66
R/. Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R/.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R/.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R/.
Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 11, 13-15. 29-32
Hermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio. Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro salvar a algunos de ellos. Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.
Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán. En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN (cfr. Mt 4, 23)
R/. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo. R/.
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Del santo Evangelio según san Mateo: 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban:"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". Él les contestó: "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella se acercó entonces a Jesús y, postrada ante Él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!". Él le respondió: "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó: "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo
ORACIÓN UNIVERSAL
La mujer cananea del evangelio pedía con insistencia a Jesús que la ayudara. También nosotros, con la misma humildad y confianza que ella, presentemos a Dios nuestras necesidades.
Después de cada petición diremos: Ten compasión de nosotros, Señor. Ten compasión de nosotros, Señor.
Por la Iglesia, por todos los cristianos de cualquier confesión. Que tengamos una fe bien firme en el Señor, Él que puede ayudarnos en nuestras debilidades y dificultades. Oremos.
Por el pueblo judío, el pueblo de la antigua alianza. Que viva con autenticidad su fe y encuentre caminos de diálogo y de convivencia con los otros pueblos y religiones. Oremos.
Por los padres y madres que sufren por las enfermedades y tantos otros problemas de sus hijos. Que experimenten el amor y la compasión de Dios que ofrece siempre consuelo y esperanza. Oremos.
Por la paz en nuestra Patria. Que se encuentren y pongan en práctica acciones que favorezcan la justicia y la paz. Oremos.
Por todos nosotros, reunidos para celebrar la Eucaristía. Que nuestra celebración alimente nuestra vida de fe y nos empuje al testimonio. Oremos.
Ten compasión, Señor, de nosotros, y atiende las oraciones que con fe y confianza te hemos presentado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti, tu misma vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 6, 51)
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan, vivirá eternamente.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú, que nos has hecho partícipes de la vida de Cristo en este sacramento, transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que participemos también de su gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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