TU DIOS ES MI
DIOS
Rt 1, 1. 3-8. 14-16. 22; Mt 22, 34-40
Los fariseos, como cazadores de incautos, afilaban la lengua y tejían preguntas insidiosas pensando envolver a Jesús. El Señor que sabía lo que se escondía en el corazón humano no se dejó confundir. Al ser interrogado sobre el único mandamiento principal, respondió asentando un par de principios: el amor a Dios no se puede despegar jamás del amor al prójimo. En el libro de Rut, encontramos una amistad y una fidelidad excepcionales entre nuera y suegra. Rut no abandonará a Noemí, al contrario, vivirá solidariamente con ella y adoptará como suyo, el destino, al pueblo y al Dios de su suegra.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Ap 5, 9-10)
Sin distinción de raza,
lengua, pueblo o nación, nos compraste, Señor, con tu Sangre e hiciste de
nosotros un Reino para Dios.
ORACIÓN
COLECTA
Dios nuestro, que has
redimido a todos los hombres con la preciosa Sangre de tu Hijo, protege en
nosotros la obra de tu misericordia, para que, celebrando siempre el misterio de
nuestra salvación merezcamos alcanzar sus frutos eternos. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA
PALABRA
Tu pueblo será mi pueblo
y tu Dios será mi Dios.
Del libro de Rut: 1,
1. 3-8. 14-16. 22
En tiempo de los jueces,
hubo hambre en el país de Judá y un hombre de Belén, llamado Elimélek, se fue a
residir con Noemí, su esposa, y sus dos hijos a la región de Moab.
Murió Elimélek, y Noemí se quedó sola con sus dos hijos. Estos se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orpá y la otra, Rut. Vivieron ahí unos diez años y murieron también los hijos de Noemí, Malón y Kilión, y ella se quedó sin hijos y sin esposo.
Entonces decidió abandonar los campos de Moab y regresar al país de Judá con sus dos nueras, porque oyó decir que el Señor había favorecido al pueblo y le daba buenas cosechas. Se pusieron, pues, en camino, para volver a la tierra de Judá. Entonces Noemí dijo a sus dos nueras: "Vuélvase cada una a casa de su madre. Que el Señor tenga piedad de ustedes, como ustedes la han tenido con mis hijos y conmigo".
Ellas rompieron a llorar y Orpá besó a su suegra, Noemí, y se volvió a su pueblo; pero Rut se quedó con su suegra. Entonces Noemí le dijo a Rut: "Tu concuña se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú también con ella". Pero Rut respondió: "No insistas en que te abandone y me vaya, porque a donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios".
Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, regresó de los campos de Moab y llegó con ella a Belén, al comienzo de la cosecha de la cebada.
Palabra de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Del salmo 145
R/.
Alabaré al Señor toda mi vida.
Dichoso aquel que es auxiliado por el
Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la
tierra, el mar y cuanto el mar encierra. R/.
El Señor siempre es fiel a su
palabra, y es quien hace justicia al oprimido; Él proporciona pan a los
hambrientos y libera al cautivo. R/.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y
alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su
cuidado. R/.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del
inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
R/.
ACLAMACIÓN (Sal 24, 4. 5)
R/. Aleluya, aleluya.
Descúbrenos, Señor, tus caminos y
guíanos con la verdad de tu doctrina. R/.
Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.
Del santo Evangelio
según san Mateo: 22, 34-40
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?". Jesús le respondió: 'Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al presentarte nuestras ofrendas, te suplicamos, Señor, que por medio de estos misterios, nos acerquemos a Jesús, y renovemos la acción salvadora de su Sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. 1 Co 10, 16)
El cáliz de nuestra acción
de gracias, nos une a todos en la Sangre de Cristo; y el pan que partimos, nos
une a todos en el Cuerpo del Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, habiendo sido confortados con el alimento y bebida celestiales, te pedimos que defiendas del temor del enemigo a quienes has redimido con la preciosa Sangre de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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