domingo, 4 de diciembre de 2011

LECTURAS DEL DOMINGO II DE ADVIENTO 4 DE DICIEMBRE


Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias


SAN JUAN DAMASCENO


ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Is 30, 19. 30)

Pueblo de Sión, mira que el Señor va a venir para salvar a todos los hombres y dejará oír la majestad de su voz para alegría del corazón de ustedes.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Que nuestras responsabilidades terrenas no nos impidan, Señor, prepararnos a la venida de tu Hijo, y que la sabiduría que viene del cielo, nos disponga a recibirlo y a participar de su propia vida. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Preparen el camino del Señor.

Del libro del profeta Isaías: 40, 1-5. 9-11


"Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados".



Una voz clama: "Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán". Así ha hablado la boca del Señor.



Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: "Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo.

El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres". 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 84

 R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador.



Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.



La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/. 

Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.


Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva.

De la segunda carta del apóstol san Pedro: 3, 8-14


Queridos hermanos: No olviden que para el Señor, un día es como mil años y mil años, como un día. No es que el Señor se tarde, como algunos suponen, en cumplir su promesa, sino que les tiene a ustedes mucha paciencia, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.



El día del Señor llegará como los ladrones. Entonces los cielos desaparecerán con gran estrépito, los elementos serán destruidos por el fuego y perecerá la tierra con todo lo que hay en ella.



Puesto que todo va a ser destruido, piensen con cuánta santidad y entrega deben vivir ustedes esperando y apresurando el advenimiento del día del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos.

Pero nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por lo tanto, queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en paz con Él, sin mancha ni reproche.

 Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.



ACLAMACIÓN (Lc 3, 4. 6) 




R/. Aleluya, aleluya.



Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la salvación de Dios. R/.





Enderecen los senderos del Señor

Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 1-8


Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito:



He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos".



En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: "Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo".

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo

PLEGARIA UNIVERSAL


A Jesús, luz y esperanza de la humanidad entera, oremos. Después de cada petición diremos:



Ven, Señor Jesús.



Por la Iglesia. Que sea portadora de la buena noticia del evangelio a los hombres y mujeres de nuestro mundo. Oremos.

Por todos los cristianos. Que vivamos nuestra fe con autenticidad, que realmente nuestra vida se corresponda con la esperanza que profesamos. Oremos.

Por todos los pueblos del mundo. Que podamos avanzar hacia la paz, la justicia y el bienestar para todos. Oremos.

Por los pobres, los enfermos, los atribulados. Que encuentren la ayuda y la fuerza para vivir con esperanza su situación. Oremos.

Por todos nosotros. Que vivamos este tiempo de Adviento con intensidad y con el sincero compromiso de preparar los caminos del Señor en nuestra vida y a nuestro alrededor. Oremos

Escucha, Señor, nuestras oraciones y ven a salvarnos. Tú, que vives y reinas por los siglos...


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes ofrendas y oraciones, y que tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I/A o I/B de Adviento.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Ba 5, 5; 4, 36)

Levántate, Jerusalén, sube a lo alto, para que contemples la alegría que te viene de Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Como fruto de nuestra participación en este sacramento de vida eterna, enséñanos, Señor, a no sobrevalorar las cosas terrenales y a estimar las del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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