domingo, 9 de noviembre de 2014

LECTURAS DEL DOMINGO XXXII DEL T. ORDINARIO 9 DE NOVIEMBRE LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN (BLANCO)


"Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré".




ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Ap 21, 2)

Vi que descendía del cielo, desde donde está Dios, la ciudad santa, la nueva Jerusalén, engalanada como una novia, que va a desposarse con su prometido.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que con piedras vivas y escogidas preparas una morada eterna para tu divinidad, derrama con abundancia sobre tu Iglesia la gracia que le has otorgado, para que tu pueblo fiel avance sin cesar en la construcción de la Jerusalén celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Vi salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad.

Del libro del profeta Ezequiel: 47, 1-2. 8-9. 12


En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.

Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho.

Aquel hombre me dijo: "Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina". 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 45 

R/. Un río alegra a la ciudad de Dios.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes. R/.

Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba. R/.

Con nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra. R/.


Ustedes son el templo de Dios.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 3, 9-11. 16-17

Hermanos: Ustedes son la casa que Dios edifica. Yo, por mi parte, correspondiendo al don que Dios me ha concedido, como un buen arquitecto, he puesto los cimientos; pero es otro quien construye sobre ellos. Que cada uno se fije cómo va construyendo. Desde luego el único cimiento válido es Jesucristo y nadie puede poner otro distinto. ¿No saben acaso ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Quien destruye el templo de Dios, será destruido por Dios, porque el templo de Dios es santo y ustedes son ese templo. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN (2 Cro 7, 16) 





R/. Aleluya, aleluya.

He elegido y santificado este lugar, dice el Señor, para que siempre habite ahí mi nombre. R/.


Jesús hablaba del templo de su cuerpo.

Del santo Evangelio según san Juan: 2, 13-22

Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre". En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: "¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré". Replicaron los judíos: "Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". Pero Él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL


Reunidos en esta casa de oración, presentemos confiadamente a Dios nuestras peticiones.

Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.

Por el Papa Francisco y por la Iglesia de Roma para que, llenos de los dones del Espíritu Santo, puedan llevar a cabo su misión de presidir en la caridad a todas las comunidades del mundo. Oremos.

Por las comunidades cristianas de Roma, para que sean ejemplo de fe y de caridad para todos los que allí van en peregrinación. Oremos.

Por toda la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo de Dios, para que sea para todos los hombres sacramento de salvación que nos convierte en hijos de Dios y hermanos los unos de los otros. Oremos.

Por toda la humanidad, para que descubra y responda a la llamada de Dios a ser piedras vivas edificadas sobre el fundamento de Jesucristo. Oremos.

Por los enfermos y los que sufren, para que la participación en la pasión de Jesucristo les abra las puertas del Reino de Dios. Oremos.

Por todos nosotros, para que, fieles al Espíritu recibido en el Bautismo y alimentados con la Eucaristía, vivamos como Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Oremos.

Escucha, Padre, las peticiones que te hemos dirigido en esta casa de oración, y concédenos con abundancia lo que te hemos pedido con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que te presentamos y concédenos que podamos obtener en este lugar el fruto de tus sacramentos y el cumplimiento de nuestros deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO


En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque en toda casa consagrada a la oración te has dignado quedarte con nosotros para hacernos, tú mismo, templos del Espíritu Santo, que brillen, sostenidos por tu gracia, con el esplendor de una vida santa.

Y, porque con tu acción constante, santificas a la Iglesia, esposa de Cristo, simbolizada por estos edificios materiales, a fin de que, llena de gozo por la multitud de sus hijos, sea presentada a ti en la gloria del cielo.

Por eso, con todos los ángeles y los santos, te alabamos, proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 P 2, 5)

Ustedes también son piedras vivas, que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Señor Dios, que has querido darnos en tu Iglesia un signo visible de la Jerusalén del cielo, concédenos que, mediante la participación en este sacramento, nos transformes en templo de tu gracia y nos concedas entrar en la morada de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.

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