lunes, 23 de octubre de 2017

LECTURAS DEL LUNES XXIX DEL T. ORDINARIO 23 DE OCTUBRE (VERDE)


¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?






ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Ef 1, 9-10

Dios nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad: hacer
que todas la cosas, las del cielo y las de la tierra, tuvieran a Cristo por cabeza.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que en tu admirable providencia dispusiste que el Reino de Cristo se extendiera por todo el mundo y que todos los hombres fueran hechos partícipes de la redención salvadora, concédele a tu Iglesia ser sacramento universal de salvación, y que a todos los hombres les sea anunciado tu Hijo como el Salvador de los pueblos y la esperanza de las naciones. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Está escrito también por nosotros, a quienes se nos acreditará, si creemos en nuestro Señor Jesucristo.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 4, 19-25

Hermanos: La fe de Abraham no se debilitó a pesar de que, a la edad de casi cien años, su cuerpo ya no tenía vigor, y además, Sara, su esposa, no podía tener hijos. Ante la firme promesa de Dios no dudó ni tuvo desconfianza, antes bien su fe se fortaleció y dio con ello gloria a Dios, convencido de que Él es poderoso para cumplir lo que promete. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia. Ahora bien, no sólo por Él está escrito que "se le acreditó", sino también por nosotros, a quienes se nos acreditará, si creemos en aquel que resucitó de entre los muertos, en nuestro Señor Jesucristo, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.

Lucas 1

R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel.


El Señor ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas. R/.


Anunció que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres y acordarse de su santa alianza. R/.

El Señor juró a nuestro padre Abraham que nos libraría del poder de nuestros enemigos, para que pudiéramos servirlo sin temor, con santidad y justicia, todos los días de nuestra vida. R/.



ACLAMACIÓN Mt 5, 3 



R/. Aleluya, aleluya.


Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.



¿Para quién serán todos tus bienes?

Del santo Evangelio según san Lucas: 12, 13-21


En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Pero Jesús le contestó: "Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?"


Y dirigiéndose a la multitud, dijo: "Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea".

Después les propuso esta parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha y se puso a pensar: `¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida'. Pero Dios le dijo: `¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?' Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios". 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios misericordioso, mira las ofrendas de este pueblo a ti consagrado y concede, por la eficacia de este sacramento, que la multitud de los que creen en ti sea siempre estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada y pueblo de tu propiedad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Apoc 22, 17. 20

El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Amén. Ven, Señor Jesús.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios nuestro, que sin cesar alimentas y fortaleces a tu Iglesia

con tus sacramentos, concede a quienes nos hemos alimentado en esta mesa celestial, que, viviendo el mandato de tu amor, seamos fermento de vida e instrumento de salvación, en medio de la comunidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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