lunes, 22 de junio de 2020

LECTURAS DEL LUNES XII DEL T. ORDINARIO 22 DE JUNIO (VERDE)


No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán.







ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Ap 1, 5-6

Jesucristo nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre, y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre: A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que en cada Iglesia que peregrina por el mundo manifiestas a la Iglesia una, santa, católica y apostólica, concede, benigno, a esta grey tuya de tal modo estar unida a su pastor, congregada en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y la Eucaristía, que pueda representar dignamente la universalidad de tu pueblo y sea así signo e instrumento de la presencia de Cristo en el mundo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

El Señor apartó a Israel de su presencia y solamente quedó la tribu de Judá.

Del segundo libro de los Reyes: 17, 5-8. 13-15. 18

En aquellos días, Salmanasar, rey de Asiria, invadió el país, llegó a Samaria y la sitió durante tres años. En el año noveno de Oseas, el rey de Asiria ocupó Samaria y deportó a los israelitas a Asiria. Los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media.

Esto sucedió porque los hijos de Israel habían pecado contra el Señor, su Dios, que los sacó de la tierra de Egipto, y habían adorado a otros dioses, siguiendo las costumbres de las naciones que el Señor había exterminado a su llegada y que sus mismos reyes habían introducido.

El Señor había advertido a Israel y a Judá, por boca de todos los profetas y videntes, diciendo: "Enderecen sus malos caminos y cumplan mis mandamientos y preceptos, conforme a la ley que impuse a sus padres y que les manifesté por medio de mis siervos, los profetas".

Pero ellos no escucharon y endurecieron su corazón como lo habían hecho sus padres, que no quisieron obedecer al Señor, su Dios.

Despreciaron sus decretos, la alianza que estableció con sus padres y las advertencias que les hizo. El Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia, y solamente quedó la tribu de Judá.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


Del salmo 59

R/. Escúchanos, Señor, y sálvanos.

Dios nuestro, nos has rechazado y nos has deshecho. Estabas enojado, pero ahora vuélvete a nosotros. R/.

Has sacudido la tierra, la has agrietado; repara sus grietas, porque se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, nos diste a beber un vino que nos hace temblar. R/.

Tú, Señor, nos has rechazado y no acompañas ya a nuestras tropas. Ayúdanos contra el enemigo, porque la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos maravillas, porque él vencerá a nuestros enemigos. R/.


ACLAMACIÓN  Hb 4, 12




R/. Aleluya, aleluya.


La palabra de Dios es viva y eficaz, y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. R/.

Sácate primero la viga que tienes en el ojo.

Del santo Evangelio según san Mateo: 7, 1-5

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán. ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: 'Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo', cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo".

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al celebrar el memorial de la inmensa caridad de tu Hijo, te rogamos, Señor, que el fruto de su obra salvadora, por el ministerio de tu Iglesia, sirva para la salvación del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ap 3, 20

Mira que estoy aquí, tocando a la puerta, si alguno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que, en esta Iglesia tuya, Señor, florezca y perdure hasta el fin la integridad de la fe, la santidad de vida, el amor fraterno y la piedad sincera; y, ya que la alimentas con tu Palabra y con el Cuerpo de tu Hijo, no ceses de conducirla bajo tu protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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