¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
ANTÍFONA DE ENTRADA
Ustedes, los que aman y temen a Dios, vengan y escuchen: les contare las maravillas que el Señor ha hecho por mí.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios eterno y todo poderoso, que inspiraste a la Santísima Virgen cuando llevaba ya en su seno a tu Hijo el deseo de visitar a santa Isabel, concédenos docilidad a tu Espíritu, a fin de que podamos siempre, con María, reconoce tus beneficios y alabarte por ellos. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Ayuden a sus hermanos a sus necesidades y esmérense en la hospitalidad.
De la carta del apóstol san Pedro a los romanos: 12, 9-16
Hermanos: que el amor de ustedes sea sinceros. Aborrezcan el mal y amen el bien; ámense cordialmente los unos a los otros como hermanos; que cada uno estime a los otros más que a si mismo. En el cumplimiento de su deber, no sean negligentes y mantengan un espíritu fervoroso al servicio del Señor. Que la esperanza los mantenga alegres: sean constantes en la tribulación y perseverantes en la oración. Ayuden a los hermanos en sus necesidades y esmérense en la hospitalidad.
Bendigan a los que los persiguen; bendíganlos, no los maldigan. Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Que reine la concordia entre ustedes, no sean, pues, altivos: más bien pónganse al nivel de los humildes.
Palabra del Señor.
Te alabamos, Señor.
Isaías 12
R/. El Señor ha hecho maravillas con nosotros.
El Señor es mi Dios y mi salvador, con Él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncielas a todas las tierras. Griten jubilosos. Habitantes de Sión, por que el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. R/.
ACLAMACIÓN (cfr Lc 1, 45)
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosa tu Santísima Virgen María, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. R/.
¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?
En aquellos días, María se encamino presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludo a Isabel, en cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llego tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tu que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo de Dios, mi salvador, por que puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo: disperso a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como la había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre” María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regreso a su casa.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios todo poderoso, que bendijiste la amorosa solicitud de María, la Madre de tu Hijo, por su prima Isabel, acepta y bendice los dones que te presentamos y conviértelos para nosotros en fuentes de satisfacción. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de santa María Virgen.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 1, 48-49)
Todas las generaciones me llamarán bienaventurada, por que ha hecho en mí maravillas el Todopoderoso, cuyo nombre es santo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te damos gracias, Dios nuestro, por este admirable sacramento de tu amor que has concedido a la iglesia y te suplicamos que, así como Juan Bautista se alegro de sentir la presencia oculta de tu Hijo, así podamos nosotros reconocer en la Eucaristía la presencia viva de nuestro salvador, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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