viernes, 9 de septiembre de 2016

LECTURAS DEL VIERNES XXIII DEL T. ORDINARIO 9 DE SEPTIEMBRE (VERDE)


¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?







ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sb 11, 23. 24. 26

Señor, tú tienes misericordia de todos y nunca odias a tus creaturas; borras los pecados de los hombres que se arrepienten, y los perdonas, porque tú, Señor, eres nuestro Dios.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y lleno de ternura, que hiciste brotar de la roca una fuente de agua viva para tu pueblo sediento, arranca de la dureza de nuestro corazón lágrimas de arrepentimiento, para que podamos llorar nuestros pecados y merezcamos, por tu misericordia, alcanzar tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 9, 16-19. 22-27


Hermanos: No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero si no, es que se me ha confiado una misión.

Entonces, ¿en qué consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis, renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación. Aunque no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

¿No saben que en el estadio todos los corredores compiten, pero uno solo recibe el premio? Corran de manera que consigan el premio. Además, todos los atletas se privan de muchas cosas: ellos lo hacen por un premio que se acaba; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así pues, yo corro, pero no a ciegas, y lucho, pero no dando golpes al aire, sino que domino mi cuerpo y lo obligo a que me sirva, no sea que, después de predicar a los demás, quede yo descalificado.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 83


R/. Qué agradable, Señor, es tu morada.


Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa. R/.

Hasta el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Dios mío. R/.

Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza y la esperanza de su corazón. R/.

El Señor es sol y escudo, Dios concede favor y gloria. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable. R/.



ACLAMACIÓN Cfr. Jn 17, 17




R/. Aleluya, aleluya.


Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad. R/.

¿Puede un ciego guiar a otro ciego?

Del santo Evangelio según san Lucas: 6, 39-42


En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: "¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: 'Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo', si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano".

Palabra del Señor. 

Gloria a ti Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, complacido, esta oblación que ofrecemos a tu majestad por nuestros pecados, y concédenos que el sacrificio del que brotó para los hombres la fuente del perdón de tu Espíritu Santo, nos alcance la gracia de derramar muchas lágrimas por nuestras ofensas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 15, 10

Habrá gran alegría entre los ángeles del cielo, por un solo pecador que se convierta.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Haz, Señor, que la digna recepción de tu sacramento haga que limpiemos con gemidos las huellas de las manchas de nuestros pecados y nos alcance, por don tuyo, el anhelado efecto del perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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