sábado, 3 de marzo de 2018

LECTURAS DEL SÁBADO II DE CUARESMA 3 DE MARZO (MORADO)


Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.






ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 2, 34-35

Simeón los bendijo, y a María, la Madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de muchos corazones".

ORACIÓN COLECTA

Padre misericordioso, tú que asociaste a la Madre de tu Hijo a su pasión dolorosa, y a nosotros, con los sufrimientos de esta vida nos permites también participar en ella, concédenos gozar siempre de la ayuda maternal de la Virgen María. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA

Arrojará a lo hondo del mar nuestros delitos.

Del libro del profeta Miqueas: 7, 14-15. 18-20

Señor, Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu cayado, al rebaño de tu heredad, que vive solitario entre malezas y matorrales silvestres. Pastarán en Basán y en Galaad, como en los días de antaño, como cuando salimos de Egipto y nos mostrabas tus prodigios.


¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la rebeldía de los sobrevivientes de Israel? No mantendrás por siempre tu cólera, pues te complaces en ser misericordioso.

Volverás a compadecerte de nosotros, aplastarás con tus pies nuestras iniquidades, arrojarás a lo hondo del mar nuestros delitos. Serás fiel con Jacob y compasivo con Abraham, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos, Señor, Dios nuestro.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 102


R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.


El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.

El Señor no estará siempre enojado, ni durará para siempre su rencor. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados. R/.

Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.


ACLAMACIÓN  Lc 15, 18





R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. R/.

Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida.

Del santo Evangelio según san Lucas: 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: "Éste recibe a los pecadores y come con ellos".


Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de la herencia que me toca'. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: `¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores'.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo'.

Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado'. Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: 'Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo'. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: 'Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo'.

El padre repuso: 'Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado' ". 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Padre bueno, que estos dones se conviertan en el Cuerpo y en la Sangre de tu Hijo, para que, por el sacrificio de tu altar, al que estuvo asociada íntimamente la Virgen Maria, sean para nuestro bien la fuente de la salvación, y así alcancemos la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I- V de Cuaresma.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 11, 28

¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre santo, alimentados en esta mesa celestial, concédenos que la recepción del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo nos inflame en el mismo amor con que María santísima nos recibió como hijos, cuando estaba al pie de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Opcional

Dios y Padre nuestro, que tu oído misericordioso esté abierto a la oración de quienes te suplican, y, para que reciban lo que desean, concédeles pedir lo que te agrada. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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