domingo, 8 de mayo de 2011

LECTURAS DEL DOMINGO TERCERO DE PASCUA 8 DE MAYO

"QUEDATE CON NOSOTROS, PORQUE YA ES TARDE Y PRONTO VA A OSCURECER"



Hch 2, 14. 22-33: 1 P 1, 17-21; Lc 24, 13-35


Comprender el significado de la crucifixión de Jesús era una tarea difícil. Por más que los discípulos de Emaús le daban vueltas al asunto, no lograban salir de su extravío. Es cierto que recurrieron a las Escrituras y tal como lo dice el apóstol Pedro en el libro de Los Hechos, intentaron descifrar el plan previsto por Dios de antemano. Así lo explica también la Primera Carta de Pedro. Jesús fue escogido por Dios desde antes de la creación del mundo para revelar la voluntad amorosa del Padre. Jesús vivió hasta el extremo esa misión y comprendió que ese amor lo urgía a entregarse sin fisuras en manos del pueblo que lo rechazaba.


ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 65, 1-2)

Aclamen al Señor, habitantes todos de la tierra, canten un himno a su nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que nos has renovado en el espíritu al devolvernos la dignidad de hijos tuyos, concédenos aguardar, llenos de júbilo y esperanza, el día glorioso de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA


No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio.


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-33




El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de El y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.

Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a El: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que Él está a mi lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.

Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.

Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo".


 Palabra de Dios.


Te alabamos, Señor.




Del salmo 15

 R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con El a mi lado, jamás tropezaré. R/.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.

Ustedes han sido rescatados con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin mancha. R/.


Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro: 1, 17-21


Hermanos: Puesto que ustedes llaman Padre a Dios, que juzga imparcialmente la conducta de cada uno según sus obras, vivan siempre con temor filial durante su peregrinar por la tierra.

Bien saben ustedes que de su estéril manera de vivir, heredada de sus padres, los ha rescatado Dios, no con bienes efímeros, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, al cual Dios había elegido desde antes de la creación del mundo y, por amor a ustedes, lo ha manifestado en estos tiempos, que son los últimos. Por Cristo, ustedes creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo llenó de gloria, a fin de que la fe de ustedes sea también esperanza en Dios.



Palabra de Dios.


Te alabamos, Señor.




ACLAMACIÓN (cfr. Lc 24, 32)



R/. Aleluya, aleluya.

Señor Jesús, haz que comprendamos las Escrituras. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. R/.













Lo reconocieron al partir el pan.


Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35


El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?". Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?". Él les preguntó:?".
“¿Qué cosa?”.

Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".

Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


 Palabra del Señor.


Gloria a ti, Señor Jesús.


Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL


Roguemos a Jesús resucitado, vida y esperanza de la humanidad entera.


A cada petición diremos: Jesús resucitado, escúchanos.
1. Por la Iglesia extendida de Oriente a Occidente; por todos los que estamos llamados a ser en el mundo testigos de la Buena Noticia de Jesús. Oremos.
2. Por los que aún no han descubierto, o han olvidado, la presencia del Señor en el camino de sus vidas. Oremos.
3. Por los niños y niñas que se preparan para participar por primera vez en la Eucaristía; por los jóvenes que se preparan para recibir la Confirmación. Oremos.
4. Por los enfermos, por los que viven bajo el peso del dolor y la tristeza. Oremos.
5. Por las mamás mexicanas, primeras evangelizadoras y educadoras en la fe y el amor a Dios y a nuestro prójimo. Oremos.
6. Por nosotros; por nuestros familiares y amigos; por nuestros compañeros de trabajo o de estudio. Oremos.


Señor Jesús, quédate con nosotros para explicarnos el sentido de las Escrituras y para partimos el pan. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, los dones que te presentamos llenos de júbilo por la resurrección de tu Hijo, y concédenos participar con Él, un día, de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I-V de Pascua.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 24, 35)


Al atardecer del día de la resurrección, los discípulos reconocieron al Señor cuando partió el pan. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Mira, Señor, con bondad a estos hijos tuyos que has renovado por medio de los sacramentos, y condúcelos al gozo eterno de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- El Señor Jesús no muere contra los hombres, sino contra la violencia que han descargado contra Él. La cerrazón de sus contemporáneos imposibilitó la comunicación entre Dios y su pueblo. Jesús muere como acto de oposición a todo lo que bloquea la reconciliación de la humanidad con Dios. No muere para satisfacer la ira divina, desatada por la pecaminosidad humana. Eso convertiría a su Padre en un Dios sádico y violento. Muere, porque discierne que la hondura del amor de Dios lo invita a amar a sus enemigos hasta entregarse como víctima, sin resentimiento; muere, para afirmar que el amor de Dios rompe la estrecha visión de que "el que la hace la paga". Muere confiado en la respuesta fiel de su Padre; muere por nuestra redención.

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