domingo, 10 de julio de 2011

LECTURAS DEL DOMINGO XV DEL T. ORDINARIO 10 DE JULIO

LA PALABRA SIGUE SIENDO EFICAZ




Is 55, 10-11; Rm 8, 18-23; Mt 13, 1-23


El tiempo de la espera suele ser angustiante. En el "entretanto" no hay certidumbre de alcanzar los resultados esperados. San Pablo en la carta a los Romanos, nos anima a sobreponernos al desaliento y a la angustia de la espera, considerando la inminente manifestación de nuestra filiación divina. En el libro del profeta Isaías y en el relato de las parábolas, encontramos una coincidencia precisa: la palabra de Dios es una palabra cargada de fuerza y autoridad. Cada vez que el corazón humano se dispone a recibirla con apertura, produce frutos tangibles que mejoran la vida de las personas, acrecientan la armonía familiar y cohesionan la sociedad.


ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 16, 15)

Yo quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo en tu presencia.


ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que iluminas a los extraviados con la luz de tu Evangelio para que vuelvan al camino de la verdad, concede a cuantos nos llamamos cristianos imitar fielmente a Cristo y rechazar lo que pueda alejarnos de Él. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA

La lluvia hará germinar la tierra.


Del libro del profeta Isaías: 55, 10-11


Esto dice el Señor: "Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión"

 Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.




Del salmo 64 R/.


Señor, danos siempre de tu agua.



Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riqueza. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias. R/.


Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos. R/.


Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia; están verdes los pastos del desierto las colinas con flores adornadas. R/.


Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta. R/.



Toda la creación espera la revelación de la gloria de los hijos de Dios.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 18-23



Hermanos: Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios.



La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió. Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma, va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.


Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

 Palabra de Dios.

 Te alabamos, Señor.




ACLAMACIÓN


 R/. Aleluya, aleluya.


La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.



Una vez salió un sembrador a sembrar.

Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 1-23



Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que Él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:



"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. 

Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga".


Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?". Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. 

Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.


En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.


Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.


Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende le llena el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.


Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.


Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto. En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta".

Palabra del Señor.


Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo.



PLEGARIA UNIVERSAL



Oremos a Dios por el mundo entero, por toda la Iglesia, y por nuestras necesidades.



A cada petición diremos: te lo pedimos, Señor.


1. Por los cristianos: para que vivamos profundamente nuestra fe y nuestra esperanza, y sepamos comunicarla a los demás. Oremos.


2. Por los que se han consagrado a sembrar la Palabra de Dios en países de misión: para que el Señor les dé ánimos y les conceda numerosos colaboradores. Oremos.


3. Por los enfermos: para que sepan mantener la esperanza y la confianza en medio del dolor. Oremos.


4. Por los niños y jóvenes que empiezan las vacaciones: que durante estos días también sepan encontrarse con Dios y servir al prójimo. Oremos.


5. Por los abogados de México: que en su ejercicio profesional siempre busquen la justicia y el bien. Oremos.


6. Por nuestra comunidad: que la Palabra de Dios que hemos escuchado nos mueva a la conversión, a la transformación constante de nuestras vidas. Oremos.




Escucha, Padre, estas oraciones que suben a ti como respuesta a tu Palabra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Mira bondadosamente, Señor, las ofrendas de tu Iglesia suplicante, y conviértelas en alimento espiritual que ayude a crecer en santidad a todos tus fieles. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 83, 4-5)


Dichosos los que se acercan a tu altar, Señor. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre, Rey mío y Dios mío.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que hemos recibido, nos ayude a amarte más y a servirte mejor cada día. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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